Armando Pérez Hoyos
Un juez antioqueño para Colombia y el mundo.
Armando comenzó jugando al fútbol cuando estudiaba la primaria y el bachillerato, primero en el Colegio Salazar y Herrera y luego en el Liceo Marco Fidel Suárez, aunque se defendía no era sobresaliente. Cuando llegó en 1971 al Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid para estudiar la Tecnología en Instrumentación Industrial, estaba merodeando la cancha de fútbol porque había programado un partido entre Suramericana de Seguros y el Instituto de Crédito Territorial, no llegó el juez Alejandro Echeverri, y de inmediato se vistió de negro para arbitrar el compromiso, sin conocer a profundidad las normas se le midió, pero al final sacó el juego adelante, a partir de ese momento decidió inscribirse en los cursos del Colegio de Árbitros de Antioquia cuando Omar Delgado era el instructor.
Armando nació en el barrio Belén, pero creció en el barrio del Departamento ubicado entre San Javier y Santa Lucía. Su vocación por el referato lo llevó a dirigir mucho tiempo en los Torneos Departamentales LAF para luego dar el gran salto al fútbol de primera división. Alejandro Carrillo quien dirigía las selecciones de la Universidad de Antioquia lo invito para que jugara, pero él sabía que lo suyo iba a ser el arbitraje. Con la Liga Antioqueña de Fútbol fue ascendiendo hasta llegar a dirigir en un Campeonato Nacional con sede en la ciudad de Medellín. Era tal la personalidad con un silbato en la boca, que un día en los sábados del fútbol aficionado en el estadio Atanasio Girardot y previamente concertado en el colegio de árbitros, habían acordado no permitir a nadie al interior de la cancha y los dirigentes de la época encabezados por don Arturo Bustamante se sentaban adentro de la malla cerca a la cancha, ese día llegaron cuando ya el partido se jugaba, Pérez Hoyos paró el juego e hizo retirar a los directivos, el único que hizo caso omiso fue el administrador del estadio quien le dijo que él mandaba en el escenario, sin embargo se debió retirar porque Armando le dijo que si no lo hacía no continuaba el compromiso de fútbol, este hecho le trajo posteriormente inconvenientes con el “zar” Arturo, quien lo bajó de una designación para un campeonato nacional en la ciudad de Pereira.
Su padre Hernán fue futbolista aficionado, árbitro y directivo de la Liga de Fútbol, su pasión desde niño era ver los que estaban vestidos de negro cuando lo llevaban al estadio con apenas 7 años. Comenzó como juez de línea en la Dimayor y en 1979 fue lanzado como árbitro central del juego entre Quindío y Caldas en el estadio San José de Armenia, en ese debut expulsó a tres futbolistas, Astolfo Romero y José Luis Carpene por los “cafeteros” y a Osvaldo “pescaito” Calero por el cuadro “albo”. Fueron más de 15 años en primera división como juez profesional, estuvo sin excepción en todos los estadios de Suramérica, árbitro FIFA, 15 años dirigiendo en la Copa Libertadores de América sin interrupciones, nos representó en campeonatos suramericanos juveniles, en las Copas América de Argentina 87 y Chile 91, Copa FIFA Coca Cola en Trinidad y Tobago, mundial prejuvenil en Escocia, mundial juvenil en Australia, Copa Kirin y mundial de fútbol de mayores en Italia 90, en esta cita orbital estuvo en la terna arbitral que comandaba el mexicano Edgardo Codesal para la final entre Argentina y Alemania, buena actuación como juez de línea, en fin fueron como 25 años vestido de frac oscuro. Antes de retirarse del referato profesional, Armando se fue a pitar a la Liga japonesa por un año en 1995. Tras el retorno a nuestro país le dijo adiós a esta profesión el 18 de diciembre de 1996 en un compromiso en la capital de la república, el clásico entre Santa Fe y Millonarios. Luego lo vimos durante muchos años pitando los juegos en el día del fútbol antioqueño que siempre ha organizado don Mario Múnera.
Ha tenido grandes amigos y maestros en el arbitraje, tales como Gonzalo Valderrama y Octavio Sierra, a quien le debe prácticamente su estilo de dirigir. En su recorrido por el arbitraje tuvo la oportunidad de conocer muchos personajes históricos como presidentes de varios países y principalmente recuerda cuando lo recibió Juan Pablo Segundo en Roma estrechándole la mano. El 2 de noviembre de 1988 fue secuestrado en Medellín por 20 horas, hecho que se le atribuyó al narcotráfico de la época. Armando fue catedrático durante 20 años en el “poli” y después de haberse retirado del arbitraje fue invitado para participar como miembro de la Corporación Deportiva Los Paisitas, miembro de varias comisiones, hace cuatro años fue nombrado presidente y posteriormente reelegido, ahora trabaja arduamente para sacar adelante nuevamente el Festival Nacional que fue suspendido única y exclusivamente por la pandemia.
Hoy vive tranquilo, disfruta lo que hace, con la bendición y el privilegio de tener a su madre con vida a los 94 años de edad y ya vacunada contra el Covid-19, orgulloso de sus hijos Natalia y Alejandro, ambos abogados de la U.P.B. y con la satisfacción de ver crecer a sus dos nietos Maximiliano y Simón. Del arbitraje actual piensa que: “falta unificación de criterios que es fundamental para el arbitraje, se debería tratar que los jueces interpreten las normas de la misma manera y que se vea reflejado en el campo, falta mucho trabajo en el arbitraje colombiano en ese aspecto” y del VAR también tiene su propio concepto: “La forma como se está utilizando el VAR es muy inconveniente, se está desnaturalizando el fútbol y esto es muy grave, no existe una forma correcta de la implementación del VAR, aparte de estar suspendiendo partidos y demorarse dos o tres minutos para tomar una decisión, esto no le conviene al fútbol, si continua el VAR como va, yo creo que los días del VAR están contados”. Armando nació para ganar, porque así lo planeó, se preparó para ganar, porque siempre tuvo el hábito de fabricar sus expectativas y sus sueños, aquellos que el destino se ha encargado de hacerlos realidad, además, porque continúa dejando una huella imborrable para las nuevas generaciones y porque está seguro que lo imposible sólo tarda un poco más.