Gabriel Ochoa Uribe, temperamental pero de buen corazón.
Por: Giovanny Valencia.
El próximo 20 de septiembre el doctor Gabriel Ochoa Uribe se preparaba para celebrar sus 91 años de vida, nació en Sopetrán Antioquia, perdió a su padre Pablo Ochoa cuando apenas tenía dos años de edad, mismo año en que su mamá doña Tránsito Uribe se trasladó a la ciudad de Medellín. A los 11 años, Etiene García, el padre que lo terminó de criar, lo encaminó a la disciplina desde la infancia, pues ya trabajaba los caballos de su padre, tenía que levantarse a las cuatro de la mañana para ir a galopar y luego estar en el colegio a las 7. La rigidez y la disciplina que caracterizaron la carrera de Ochoa Uribe vienen sin lugar a dudas de ese trajín con los caballos, regresaba del estudio a las cuatro y media de la tarde para reiniciar sus entrenamientos, así ganó un gran clásico en el hipódromo de San Fernando en Itagüí con el purasangre “pipo”.
Llegó al fútbol por casualidad, como era alto y longilíneo, Jesús María el “cura” Burgos, un histórico personaje del fútbol antioqueño, lo vio un día y le llamó la atención por su figura, le preguntó que si jugaba de arquero y de inmediato lo recomendó al Unión Indulana, club que le dio origen al Atlético Nacional. Era buen portero pero para poder seguir jugando fútbol su mamá le puso como condición que fuera cura o médico, ésta última la cumplió. El médico Ochoa para ser guardavallas tuvo en la época como espejos a un par de ídolos, el internacional español Ricardo “divino” Zamora y el local Carlos Álvarez, legendario del amateurismo quien en su momento lo calificaron como el mejor de la historia de Colombia.
Fue Humberto Salcedo Fernández, el primer presidente de la Dimayor quien llevó a Gabriel Ochoa al fútbol profesional, luego de verlo jugar en la selección Antioquia lo recomendó al América de Cali con apenas 16 años de edad, era para resguardar las “piolas” los domingos en el Pascual Guerrero con su infaltable boina, después de una temporada en el cuadro vallecaucano se fue para Bogotá a jugar con el “ballet azul”, allí fue suplente del “arquero del siglo” Julio Cozzi. Durante su estadía en la capital de la república, le cumplió a su madre, se graduó como médico en la Universidad Javeriana, recién recibió su título, aceptó una oferta para ir a jugar al América de Rio de Janeiro y en el país de la “samba” aprovechó para especializarse en ortopedia y traumatología, siempre el fútbol lo llevó de la mano con la medicina.
Cuando el médico Ochoa volvió a Millonarios, sufrió una delicada lesión que lo hizo retirar del fútbol en 1.957, fue el momento en que le ofrecieron ser el Director Técnico del cuadro “azul”, fue el primer entrenador colombiano en ser campeón de nuestro país en 1.959, repitió en 1.961, 1.962 y 1.963. Firmó contrato como estratega con Santa Fe en 1.965 y al año siguiente salió campeón. En 1.972 volvió al equipo “embajador”, se recuerda esta escuadra porque armó una delantera de miedo que era el “boom” en Colombia con Alejandro Brand, Jaime Morón y Willington Ortiz, dando una nueva vuelta olímpica. En 1.977 se retiró del cuadro “albiazul” y se fue para Cali a ejercer la profesión de la medicina, un día en 1.978 lo visitó en su consultorio Pepino Sangiovanni presidente del América quien le ofreció la dirección técnica de los “diablos rojos”, al final aceptó y en 1.979 el América ya obtenía su primera estrella en Colombia.
Es el estratega más ganador en Colombia, seis títulos con Millonarios, uno con Santa fe y siete con América de Cali. Estuvo en tres finales consecutivas de la Copa Libertadores, en las tres fue subcampeón, en 1.985 ante Argentinos Juniors desde el punto penal, en 1.986 ante River Plate y con Peñarol la perdió en el último segundo con gol de Diego Aguirre en 1.987; recordado igualmente por haber dirigido la tricolor colombiana en dos oportunidades. Siempre armó grandes equipos con figuras rutilantes de nuestro país como: Hernán Darío Herrera, Víctor Luna, Pedro Sarmiento, Jorge Porras, Santiago Escobar, Norberto Peluffo, Víctor Espinosa, Alex Escobar, Willington Ortiz, Anthony de Ávila y John Édison Castaño; además, traía lo mejor del mercado en Suramérica, foráneos de lujo como: Julio César Falcioni, Juan Manuel Bataglia, Roque Raúl Alfaro, Ricardo Gareca, Carlos Ischia, Julio César Uribe, Gerardo González Aquino, Sergio Santín, Roberto Cabañas, César Cueto y Guillermo La Rosa para sólo mencionar algunos.
Paz en la tumba del maestro de maestros, el que dejó un gran legado para generaciones posteriores y una herencia de responsabilidad, rectitud, planificación y disciplina. Siempre fue ganador en sus cerca de 800 partidos en primera división, logró 14 vueltas olímpicas como técnico y cinco como guardameta.
Hasta siempre al popular “Ochoita”.