YO JUGUÉ LIGA || Samuel Cárdenas Loaiza
El “Sammy” no sólo hace parte de la historia del Envigado Fútbol Club sino del fútbol antioqueño, hizo parte de aquel famoso equipo del cuadro “naranja” que ascendió en 1991 a la primera división del fútbol colombiano siendo el primer campeón de la Primera B en la famosa Copa Concasa, era el equipo del profesor Hugo Castaño que tenía jugadores de la talla de “Jeringa” Guzmán, “panzer” Carvajal, “matías” Mejía, Francisco Cassiani, Gustavo Arboleda, Alejandro García, la “flecha Gómez, “torky” Hoyos y el “teacher” Berrio entre otros, porque la lista es larga. Samuel tuvo el privilegio de tener técnicos muy calificados en su carrera como Hugo Castaño, el “chiqui” García, el “pecoso” Castro, “barrabas” Gómez, Norberto Peluffo y Darío Vélez. Su palmarés con la institución envigadeña es destacable, 278 juegos que lo ubican como el segundo jugador con más partidos después de Sergio Guzmán y es el tercer goleador histórico del cuadro del sur del Valle de Aburrá con más de 45 goles en primera y segunda división.
Samuel jugó siempre con la número 10, gran volante de armado con funciones de ida y vuelta, elegante para jugar, socio de todos y con gran olfato goleador. En Colombia también actuó para Santa Fe en el 2000, fue llamado por Fernando Castro, además ficharon para el cuadro “cardenal” Guzmán y Prono” Velásquez, así mismo, tuvo una experiencia breve en el fútbol de Venezuela con Carlos “piscis” Restrepo en la ciudad de Táchira. Se retiró del fútbol activo en el año 2.002 a los 33 años de edad. Es del barrio Loreto y desde niño jugó en los Torneos Departamentales de la Liga Antioqueña de Fútbol con el club Pilsen que dirigía William Borja en las categorías Ascenso y Ascenso juvenil. En su extenso paso por los terrenos de juego le alcanzó para ponerse la sagrada blanca y verde de la selección Antioquia Senior Máster con Jorge Fernández como técnico, alcanzando un título ante la selección del Atlántico.
Más de una década disciplinado con su profesión, Samuel fue de mucha continuidad y pocas lesiones, casi siempre elegido como figura, gran profesional y mejor persona. Luego de colgar los guayos como profesional, decidió dedicarse a manejar un taxi de su propiedad, lo hace desde hace 19 años y vive feliz, sin afugias económicas porque el fútbol le dio su vivienda, la cual comparte con su esposa y sus hijos Frank de 31 años y Natalia de 24, tiene la mayor fortuna del mundo, sus padres Manuel y Gilma que los disfruta con mucha salud. De lo único que se arrepiente en la vida fue no haber continuado en el fútbol, de no haberse preparado para compartir sus experiencias a las nuevas generaciones y disfrutar del balompié de manera más cercana, aunque vive pendiente del acontecer diario del deporte nacional e internacional.